Soneto al niño guerrillero

Bendito niño que en malsana tierra
viniste  para morir o rematar.
Que tu vida no puedan arrebatar
esas manos impuras de la guerra

que a jóvenes inocentes entierra
tras conseguir su niñez desbaratar.
Solo puedes su voluntad acatar
viendo que tu futuro se entrecierra;

marcándote en el rostro la violencia,
sembrando con tu sangre la semilla,
de un mañana maldito sin clemencia.

Malditos infames de pesadilla
que justifican en su decadencia
el uso de niños en la guerrilla.
Miguel Navarro





The ballad of Sacco and Vanzetti


Balada sobre un hecho tristemente real, balada tan triste como el suceso, balada tan trágica como sus vidas. ¿Cuándo el ser humano será capaz de superar sus miserias? Miseria y podredumbre, odio a lo diferente, negación a los cambios. Solo Dios basta, pero que triste que los hombres sigan siendo incapaces de tener magnanimidad o quizás una pizca de compasión. Tal vez olvidamos el sentido de la justicia con tanta frecuencia que nos resulta imposible reconocerla en la vida cotidiana.

Parece ser que estos hombres fueron condenados a pena de muerte (silla eléctrica – sería por estar en invierno para permanecer calentitos) por un delito que no cometieron y que en el juicio la acusación se centró en sus ideas políticas.

Lope de Vega

Pastor que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño,
Tú, que hiciste cayado de este leño,
en que tiendes los brazos poderosos,

vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño,
y la palabra de seguirte empeño
tus dulces silbos y tus pies hermosos.

Oye, pastor, pues por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres.

Espera, pues, y escucha mis cuidados;
¿pero cómo te digo que me esperes,
si estás para esperar los pies clavados?
(Rimas sacras, 1614)

Meditación de Emilia Pardo Bazán

“Por todas partes cubre el manto de la política intereses egoístas y bastardos, apostasías y vilezas; pero al menos, en las capitales populosas, la superficie, el aspecto, y a veces los empeños de la lid, presentan carácter de grandiosidad. Ennoblece la lucha la magnitud del palenque; asciende a ambición la codicia, y el fin material se sacrifica, en ocasiones, al fin ideal de la victoria por la victoria. En el campo, ni aún por hipocresías o histrionismo se aparenta el menor propósito elevado y general. Las ideas no entran en juego, sino solamente las personas y en el terreno más mezquino: rencores, odios, rencillas, lucro miserable, vanidad microbiológica. Un combate naval en una charca.”
(Los Pazos de Ulloa – Emilia Pardo Bazán).
Me iré en silencio,
con la tranquilidad
de que el otoño
no sea el vacio,
ni el final, ni el fondo,
sino un nuevo empezar
de mi felicidad.

Pues todo depende
de cómo lo quieras mirar,
vaso lleno, vaso vacío,
pesada broma
de un tiempo perdido.

Para ti acaba,
para mí empieza,
a mí me abraza,
en ti tropieza.

Ven a mi lado
y llena las manos,
de vida y despertar. (Miguel Navarro)
“Díjome la muerte:
- ¿Qué miras?
- Miro – respondí – el infierno, y me parece que lo he visto otras veces.
- ¿Dónde? – preguntó.
- ¿Dónde? – dije yo -. En la codicia de los jueces, en el odio de los poderosos, en las lenguas de los maldicientes, en las malas intenciones, en las venganzas, en el apetito de los lujuriosos, en la vanidad de los príncipes.” – Francisco de Quevedo.

Oda a la toma de Larache

En los años 1610 – 1611, es decir hace cuatrocientos años, don Luis de Góngora y Argote difunde en la Corte la “Oda a la toma de Larache”. Este poema es un punto de inflexión en la obra del autor cordobés. Hasta ese momento su estilo sigue la norma de los escritores del barroco español donde el conceptismo se preocupará esencialmente por el contenido, por el fondo. Buscaría la sutileza, la profundidad o la densidad. Sus recursos más característicos serían los juegos de palabras, los dobles sentidos.
Sin embargo en Góngora se desarrollan otras características que se entremezclan desde sus primeras piezas: se preocupará por la “forma”, buscará la belleza, la riqueza sensorial, la ornamentación exuberante, la brillante dificultad. Para ello será necesario el uso del léxico culto, el retorcimiento sintáctico y las metáforas audaces. Esto es lo que se convertirá en “culteranismo”, también conocido como “gongorismo”.
Hay que recordar que en esta época, escritores de uno u otro bando utilizarán muchos recursos comunes y coinciden en dos características esenciales: la dificultad y cierto aristocratismo cultural. Tan difícil y “oscuro” puede resultar Quevedo como Góngora. También Gracián decía que “conviene la oscuridad para no ser vulgar”. Es notoria y común la voluntad de distanciarse del “vulgo” y de dirigirse a un lector selecto, culto.
Pues bien con la “Oda a la toma de Larache”, empieza a intensificar la tensión estética y el barroquismo. Góngora da un inmenso salto, por la audacia y densidad de sus artificios de todo tipo, y en particular por la renovada complejidad de su sintaxis (con hipérbatos extremos) y de su léxico (abundancia de latinismos, etc.)
Su intento era el de establecer una máxima distancia entre la comunicación poética y la comunicación habitual, dotar a la poesía de un lenguaje radicalmente distinto del lenguaje ordinario; y su modelo, en buena parte, era la libertad, la flexibilidad de la lengua latina. Antes de Góngora nadie había ido tan lejos por ese camino de experimentación poética.
Poco después, en 1613, año crucial en la poesía barroca, aparecen Fábula de Polifemo y Galatea y las incompletas e incomprendidas “Soledades (la primera compuesta antes de mayo de 1613). Obras que causaron un gran escándalo por su atrevimiento estético y su oscuridad hiperculta; las atacaron Francisco de Quevedo, Lope de Vega, el conde de Salinas y Juan de Jáuregui, entre otros muchos ingenios, pero también contó con grandes defensores y seguidores, como Francisco Fernández de Córdoba (Abad de Rute), el conde de Villamediana, Gabriel Bocángel, Miguel Colodrero de Villalobos y, más allá del Atlántico, Juan de Espinosa Medrano, Hernando Domínguez Camargo y sor Juana Inés de la Cruz. Con las Soledades, la lírica castellana se enriqueció con nuevos vocablos y nuevos y poderosos instrumentos expresivos, dejando la sintaxis más suelta y libre que hasta entonces.
            La “Oda a la toma de Larache”, podría ser considerada como un panegírico a la política internacional de Felipe III de España y II de Portugal, con motivo de la toma de la ciudad Marroquí de Larache. De poco le valió al cordobés pues en la pobreza murió.
            Esta conquista en realidad fue un regalo del sultán Muley Sayj, que derrotado  por su rival Muley Zaydán, dio la ciudad al monarca español Felipe III a cambio de su ayuda para recuperar el trono saadita. Sin embargo su posición estratégica junto al Atlántico, zona portuaria de piratas, entre Tánger y Tetuán, siendo el principal acceso a las sierras interiores de Beni Gorfet, contrafuertes laterales del Rif, separadas por el valle del río Makhasen, el mayor afluente del Lucus, la convierten en merecedora de la oda.
Larache, localizada al noroeste de Marruecos, en el estuario del rio Lucus, donde en sus proximidades se encuentran las ruinas de la antigua Lixus, fue un asentamiento fenicio, más tarde cartaginés y acabó convirtiéndose en colonia romana.
Cambió el nombre por el de San Antonio de Alarache, permaneciendo en poder español hasta 1689, cuando fue conquistada por el segundo sultán alauita, Ismail de Marruecos.
Pasaron más de 200 años cuando Larache, a causa de la Guerra del Rif, fue recuperada (en 1911 - hace cien años) con el desembarco de las tropas españolas. Fue en esta acción donde murió heroicamente el teniente coronel de la Legión Española Rafael Valenzuela Urzáiz,.
En el periodo de su pertenencia al Protectorado Español, años 1911 y 1956, la imagen de Larache cambió mucho en todos los aspectos: se abren colegios, se establecen comunicaciones ferroviarias, el puerto se abre al comercio internacional; modificaciones urbanísticas sustanciales como, por citar ejemplos, sucede con la plaza de la Liberación, antigua plaza de España, el Balcón Atlántico, las nuevas avenidas y arterias de la ciudad.
Desde de 1956 hasta la actualidad, Larache reinicia el declive y empieza a perder muchas de las adquisiciones que tenía como capital de provincia y región del Lucus. Tienen lugar la desaparición de la línea ferroviaria Larache – Alcazarquivir, la marginación de su puerto, la desaparición paulatina del legado hispano – marroquí y el estancamiento de la ciudad.
            Regresando a nuestra Oda, y a la importancia que tiene en la poesía barroca, el mejor homenaje que se le puede hacer en estos cuatrocientos años es su reproducción íntegra:

DE LA TOMA DE LARACHE.

En roscas de cristal serpiente breve,
por la arena desnuda el Luco yerra,
el Luco, que, con lengua al fin vibrante,
si no niega el tributo, intima guerra
al mar, que el nombre con razón le bebe

y las faldas besar le hace de Atlante.
De esta, pues, siempre abierta, siempre hiante
y siempre armada boca,
cual dos colmillos, de una y de otra roca,
África (o ya sean cuernos de su luna

o ya de su elefante sean colmillos)
ofrece al gran Filipo los castillos
(carga hasta aquí, de hoy más militar pompa);
y del fiero animal hecha la trompa
clarín ya de la Fama, oye la cuna,

la tumba ve del Sol, señas de España
los muros coronar que el Luco baña.
Las garras, pues, las presas españolas
del rey, de fieras no, de nuevos mundos,
ostenta el río, y gloriosamente

arrogándose márgenes segundos,
en vez de escamas de cristal, sus olas
guedejas visten ya de oro luciente.
Brama, y menospreciándolo serpiente,
león ya no pagano

lo admira reverente el Océano.
Brama, y cuantas la Libia engendra fieras,
que lo escuchaban elefante apenas,
surcando ahora piélagos de arenas,
lo distante interponen, lo escondido,

al imperio feroz de su bramido.
Respóndenle confusas las postreras
cavernas del Atlante, a cuyos ecos,
si Fez se estremeció, tembló Marruecos.
Gloriosa y del suceso agradecida,

dirige al cielo España, en dulce coro
de sacros cisnes, cánticos suaves
a la alta de Dios sí, no a la de un moro
bárbara majestad, reconocida
por las fuerzas que le ha entregado: llaves

de las mazmorras de África más graves,
forjadas, no ya donde
de las fraguas que ardiente el Etna esconde
llamas vomita, y sobre el yunque duro
gime Bronte y Stérope no huelga,

sino en las oficinas donde el belga
rebelde anhela, el berberisco suda,
el brazo aquél, la espalda éste desnuda,
forjando las que un muro y otro muro
por guardas tiene, llaves ya maestras

de nuestros mares, de las flotas nuestras.
Al viento más opuesto abeto alado
sus vagas plumas crea, rico el seno
de cuanta Potosí tributa hoy plata.
Leño frágil de hoy más al mar sereno

copos fíe de cáñamo anudado,
seguro ya sus remos de pirata.
Piloto el interés, sus cables ata,
ovando ya en el puerto
del soplo occidental, del golfo incierto.

Pescadora la industria, flacas redes
que dio a la playa desde su barquilla
graves revoca a la espaciosa orilla.
La libertad, al fin, que, salteada,
señas o de cautiva o despojada

dio un tiempo de Neptuno a las paredes,
hoy bálsamo espirantes cuelga ciento
faroles de oro al agradecimiento.
Vuestra, oh Filipo, es la fortuna, y vuestra
de África será la monarquía.

Vuestras banderas nos lo dicen, puesto
duro yugo a los términos del día
en los mundos que abrevia tanta diestra;
que si a las armas no, si no al funesto
son de las trompas (que no aguardó a esto),

Abila su columna
a vuestros pies rindió, a vuestra fortuna;
Calpe desde su opuesta cumbre espera,
aunque lo ha dividido el mar en vano,
el término segundo del tebano

complicado al primero, y penetrada
la ardiente Libia vuestra ardiente espada,
que el Nigris no en su bárbara ribera,
el Nilo sí con militar decoro
la sed os temple ya en celada de oro.
   
Verás, canción, del César Africano
al nieto augusto, armada un día la mano,
hacer, de Atlante en la silvosa cumbre,
a las purpúreas cruces de sus señas
nuevos calvarios sus antiguas peñas
(1611)







Cuando canto


Cuando canto cuentas,
cuando cuento cantas
cantos diferentes,
cuentos a destiempo.
Así en todo momento

Cuando cuento cantas
cuando cantas cuento,
pequeñas historias
con estos lamentos
que de noche y de día
nos dan sufrimientos.

Cuando canto cuentas,
cuando cuento cantas.
Mucho estoy contando
y poco cantando,
pues así es la vida:
algo compartiendo
y poco entendiendo
Cuando cuento cantas
cuando cantas cuento. (Miguel Navarro)

Rindiendo cuentas

                 Finalizadas las vacaciones llega el momento de rendir cuentas a Cronos antes de ser alcanzados por la Parca. La memoria es el sueño que nos queda de una vida ya gastada. Rememorar los acontecimientos es reafirmar nuestra existencia frente a la inmensidad del vacío, resucitar el ave Fénix preparando un nuevo mañana.
                Un mes de vacaciones puede dar mucho o nada por lo que era necesario coger el toro por los cuernos. Enfrentarse, no al futuro indefinido, sino al presente cotidiano y oscuro. Lidiar a la diosa Fortuna evitando los avatares del mundo.
Sin dilaciones preparé el camino y, entre ladrillos rotos, propios de albañil aprendiz, y cuidar el jardín, con hermosas rosas multicolores, dialogué con Luis de Góngora y Félix Lope de Vega, anduve por los Pazos de Ulloa acompañado por la inigualable Rosalía de Castro, sin salir de un pequeño pueblo de Valencia,.
Ayudé en misas y oraciones rezando a ese Dios escondido entre las nubes que escucha nuestros corazones al ritmo de un blues, desacompasado en ocasiones, demasiado certero en otras razones.
                Me duché feliz bajo la benéfica lluvia de Cuatro Vientos, esta vez sí estuve allí, en la Jornada Mundial de la Juventud. Acompañé al Entierro de Cristo de Caravaggio. Reconquisté Flandes admirando La Rendición de Breda. Recordé que Madrid fue cuna de imperios y sol de las naciones.
                Respiré aire puro de pinos y carrascas contaminando mis pulmones con tabaco de bajo coste. Estudié el vuelo de la libélula enamorándome del triple salto mortal que las ardillas realizan por simple diversión.
                Tuve aciertos y errores, ilusiones y desencantos, alegrías y alguna que otra tristeza, sueños y pesadillas. Cosas fugaces y pasajeras que el tiempo roba en el lento discurrir de la vida, pero lo más importante es que intenté saborear cada minuto, paladeé esos segundos, presurosos, que escapan entre los dedos como el agua del río se fuga de nuestras manos.
                Tal vez no sirvan de nada, o tal vez anuncien algo nuevo que transforma mi existencia. Veamos el meollo como nos dé la gana, mas no pongamos excusas de olvidos inmerecidos. El presente está aquí y cuando lo quieras vivir ya es pasado. Aprovecha el oro de tu cabello que cuando quieras darte cuenta se tornará plata y, sin tu quererlo, sombra y ceniza. Termino con un soneto de Luis de Góngora:

Mientras por competir con tu cabello
oro bruñido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lirio bello;

mientras a cada labio, por cogello,
siguen más ojos que al clavel temprano,
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello,

goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lirio, clavel, cristal luciente,

no solo en plata o viola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
(1582)

De Balzac

  “ Finalmente, todos los horrores que los novelistas creen que  están inventando están siempre por debajo de la verdad” .  Coronel Chabert...

– Contra hidalguía en verso -dijo el Diablillo- no hay olvido ni cancillería que baste, ni hay más que desear en el mundo que ser hidalgo en consonantes. (Luis Vélez de Guevara – 1641)

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