Rindiendo cuentas

                 Finalizadas las vacaciones llega el momento de rendir cuentas a Cronos antes de ser alcanzados por la Parca. La memoria es el sueño que nos queda de una vida ya gastada. Rememorar los acontecimientos es reafirmar nuestra existencia frente a la inmensidad del vacío, resucitar el ave Fénix preparando un nuevo mañana.
                Un mes de vacaciones puede dar mucho o nada por lo que era necesario coger el toro por los cuernos. Enfrentarse, no al futuro indefinido, sino al presente cotidiano y oscuro. Lidiar a la diosa Fortuna evitando los avatares del mundo.
Sin dilaciones preparé el camino y, entre ladrillos rotos, propios de albañil aprendiz, y cuidar el jardín, con hermosas rosas multicolores, dialogué con Luis de Góngora y Félix Lope de Vega, anduve por los Pazos de Ulloa acompañado por la inigualable Rosalía de Castro, sin salir de un pequeño pueblo de Valencia,.
Ayudé en misas y oraciones rezando a ese Dios escondido entre las nubes que escucha nuestros corazones al ritmo de un blues, desacompasado en ocasiones, demasiado certero en otras razones.
                Me duché feliz bajo la benéfica lluvia de Cuatro Vientos, esta vez sí estuve allí, en la Jornada Mundial de la Juventud. Acompañé al Entierro de Cristo de Caravaggio. Reconquisté Flandes admirando La Rendición de Breda. Recordé que Madrid fue cuna de imperios y sol de las naciones.
                Respiré aire puro de pinos y carrascas contaminando mis pulmones con tabaco de bajo coste. Estudié el vuelo de la libélula enamorándome del triple salto mortal que las ardillas realizan por simple diversión.
                Tuve aciertos y errores, ilusiones y desencantos, alegrías y alguna que otra tristeza, sueños y pesadillas. Cosas fugaces y pasajeras que el tiempo roba en el lento discurrir de la vida, pero lo más importante es que intenté saborear cada minuto, paladeé esos segundos, presurosos, que escapan entre los dedos como el agua del río se fuga de nuestras manos.
                Tal vez no sirvan de nada, o tal vez anuncien algo nuevo que transforma mi existencia. Veamos el meollo como nos dé la gana, mas no pongamos excusas de olvidos inmerecidos. El presente está aquí y cuando lo quieras vivir ya es pasado. Aprovecha el oro de tu cabello que cuando quieras darte cuenta se tornará plata y, sin tu quererlo, sombra y ceniza. Termino con un soneto de Luis de Góngora:

Mientras por competir con tu cabello
oro bruñido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lirio bello;

mientras a cada labio, por cogello,
siguen más ojos que al clavel temprano,
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello,

goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lirio, clavel, cristal luciente,

no solo en plata o viola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
(1582)

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