Carta abierta a Ana Maria Arroyo

A mi querida amiga la genial poetisa Ana Maria Arroyo.

Recientemente publicaste en facebook que te situabas a la izquierda, muy a la izquierda. Ese comentario no quería evitarlo pues debo confesar que muchas veces no sé dónde me encuentro pero que considero muy peligroso definirse dentro del sistema.

No estoy a la izquierda pero pienso que los bancos deben ser considerados como un servicio público y por tanto deberían ser nacionalizados, los bancos deben ayudar a la gente y no encadenarla en hipotecas o intereses usureros; debe realizarse una profunda reforma agraria (¡¡en España pendiente desde el siglo XIX!!), expropiando gran cantidad de las tierras en beneficio de quien realmente las trabaja; el trabajador debe participar de los beneficios de la empresa y no estar sujeto a un salario esclavista como ocurre en el actual sistema de producción; en lo institucional deberían desaparecer organismos caducos que todavía seguimos arrastrando (¡sin sentidos como el Senado o las comunidades autónomas carecen de valor moral); en lo legislativo pienso en una ley, para todos igual y de obligado cumplimiento; en lo moral necesitamos una urgente regeneración de nuestro país para extirpar el mal endémico de las corruptelas; en lo literario (esto nos concierte a ti y a mí aunque ando algo desencantado – puede que no llegue a publicar mi novela) debería cambiarse de forma radical la publicación y difusión de nuevos valores (¡cuánta gente muere con grandes aportaciones sin llegar a ver la luz ni poder compartirlas!)

Todo lo enumerado puede que lo consideres a la izquierda pero no creo que sean exclusivos de la izquierda o de la derecha (desde luego ellos no lo comparten), pero me diferencio en mis creencias religiosas. Creo en Dios, para mí expuesto en la iglesia Católica, pero respeto a los protestantes o los ortodoxos (al fin de cuentas el mismo Dios), a los musulmanes que buscan en Alá la dignidad humana, admiro las enseñanzas de Buda, de Lao Tse, o incluso la sabiduría del libro del Cambio de Confucio.

Para mí sigo creyendo en la fe de San Agustín, Santo Tomás, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila, San Francisco de Asís, Santa Clara, o la madre Teresa de Calcuta y me opongo de forma radical contra todos aquellos que en nombre de la fe, sea cual sea, condenan al ser humano. No tolero algunas prácticas como las salvajadas de la Inquisición, la condenación de las mujeres en el  burka,  la guerra a los infieles, la mutilación femenina.

Tampoco comparto muchas tendencias que en este sentido han realizado los que se llaman de izquierdas. Nadie dudará que la Unión Soviética era de izquierdas, que también tuvo aciertos pero salvajadas brutales, una dictadura atroz que mancilló la dignidad humana, la situación de Cuba o la persecución, sobre todo religiosa, de la Guerra Civil Española.

Creo también en la historia de España, en lo bueno y en lo malo. Son una estupidez las memorias sectarias bajo una bandera u otra. Crímenes y atrocidades los cometieron ambos bandos y eso no es bueno. Te incito a releer cosas sobre el barroco literario español, aprenderíamos todos muchas cosas.

Prefiero creer en las personas, en toda su grandeza y miseria. Un tío abuelo mío (hermano de mi abuelo), las pasó canutas en la guerra de Marruecos y después, por no unirse a los sublevados durante la Guerra Civil, fue encarcelado, sufrió hambre y miseria, y acabada la contienda tuvo que emigrar con su mujer a Bélgica donde reinició una nueva vida. Otro familiar era falangista, de antes de la guerra, fue perseguido teniendo que esconderse e incluso huir en varias ocasiones. Acabada la guerra, era respetado por ser considerado lo que llamaban un “camisa vieja”, en cambio se negó a participar, renunciando a todo cargo, quedando prácticamente arruinado, ante los abusos que estaban cometiendo los vencedores.

No creo en las tendencias, solo creo en la libertad, en el sentido común. Admiro al hombre que busca a Dios a través de sus hermanos, al que comparte, al que sufre con los que sufren, al que intenta ayudar por encima de colores y de ideas.

Soy consciente que esto NO encuadra dentro de las izquierdas, ni en las derechas, por eso reconozco que soy un tipo raro, distinto. Sobre todo busco el respeto, como cité hace poco en un poema, respeto a las personas, a ti, a mí, a todos. Termino con un poema tuyo que me encanta:


“Nací distinta.
Y aunque
las líneas que se reafirman,
me van enseñando
a curvar mis diferencias
junto a mi sonrisa...
sigue doliendo ser yo.
Como el primer día”
Ana María Arroyo

Atentamente.
Miguel

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– Contra hidalguía en verso -dijo el Diablillo- no hay olvido ni cancillería que baste, ni hay más que desear en el mundo que ser hidalgo en consonantes. (Luis Vélez de Guevara – 1641)

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